"El problema de etiquetar y encapsular lo artístico no es del hacedor"

18/09/2019 | Mogambo | Por Nancy Giampaolo

El escultor, diseñador y orfebre Pedro Tricárico repasó su extensa trayectoria y reflexionó sobre el presente del arte.

Empecemos por los comienzos: ¿Cuál fue tu formación de chico?

Estudié en las Escuelas Raggio la Especialidad de Orfebrería, con materias de dibujo y modelado. Al finalizar sentí la necesidad de dibujar en mayor tamaño, y me entusiasmó la idea de ingresar a Bellas Artes. Ya trabajaba en orfebrería cuando ingresé en la gloriosa Escuela de Bellas Artes fundada en los años 1780 por Manuel Belgrano, donde descubrí tantas otras posibilidades de realización. Con el Dibujo como base, Grabado, Pintura y modelado que me permitió desarrollar ideas en pequeño formato saliendo de la línea de la orfebrería clásica que trabajaba en el taller. Luego estudié en la Escuela Prilidiano Pueyrredón el Profesorado de Escultura y Pintura. La necesidad de trabajar, en la época del secundario, se cumplió como alumno en el Raggio, porque nos ofrecían trabajo mientras estudiábamos, en distintos talleres o fundiciones del oficio. Tuve la oportunidad de trabajar y aprender con grandes maestros de la orfebrería como Hernán Oest y Ernesto Crespi, entre otros. La etapa del profesorado en la Pueyrredón fue a continuación de la Belgrano, siempre en el turno noche, muy oscuras por aquellos años. Cursé el Profesorado de Escultura y luego el de Pintura, con interesantes aprendizajes, tanto en lo plástico como en lo pedagógico.

 

Hace poco falleció Antonio Pugía quien también incursionó en terrenos similares a los tuyos ¿Significó algo su trabajo para vos? ¿Hubo otros referentes?

En los tiempos de la Belgrano, como le decimos afectuosamente, tuve la suerte de conocer al Maestro Pujía, hablábamos del oficio, de escultura y fundición. Aunque no fui su alumno en la Escuela, asistí luego a sus Cursos de Dibujo, Modelado y Cera perdida, siempre me transmitió su amor por el oficio que magistralmente expresaba, por todo ello mantuvimos siempre una estrecha relación. Terminando la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, trabajé en el taller del Maestro Leo Vinci como ayudante, aprendí mucho del oficio ya que es un escultor que trabaja las distintas formas con gran manejo de materiales, técnicas y herramientas. También dibujé en el taller del Maestro Roberto Páez. Asistí al curso de resina del Maestro Distéfano. De la historia muy resumida y más reciente, observo a Maestros de la historia, a los actuales, y las muestras que se desarrollan en los distintos espacios oficiales y privados. En éste momento se desarrollan enormes muestras del Maestro Julio Leparc a quien admiro y me interesa su planteo cinético en todo el desarrollo. Pude saludarlo en su inauguración reciente en el Museo Nacional. Lo había conocido en una visita que hizo a la Belgrano en el año 1973.

 

Imagino que te interesan otros campos del arte como espectador…

Claro. Veo asiduamente teatro y danza. Con la danza tuve algunos ricos intercambios, el último en 2016 la bailarina Sol Regal, que realizó una interesante interpretación con su danza y música, sobre mis trabajos expuestos.

 

Tu trabajo denota una relación con los materiales esperablemente estrecha pero con un uso muy personal: a veces el material que determina la obra está reducido a lo mínimo. ¿Es una búsqueda consciente?

Mis pequeñas piezas de orfebrería son de imagen figurativa con el tratamiento expresivo que permite la cera en su desarrollo. Siendo fundidas a la cera perdida en metal, les aplico una pátina. También trabajo con distintos materiales en forma geométrica con color, incrustaciones o engarces. Respecto de la escultura, si bien tuve una época de modelado figurativo en escultura, -vuelvo siempre al modelado-, hace tiempo que trabajo constructivamente en madera, hierro, acrílico, o mezclándolos, compongo también con elementos encontrados o llegando a una composición geométrica. Ante algunos trabajos me pregunto si estaré haciendo orfebrería en gran tamaño. Siempre parto de varios dibujos, consolidando la idea con las distintas vistas y según la necesidad, realizo pequeñas maquetas de la pieza para la concreción definitiva. Cuando modelo en arcilla, según sea la pieza, la paso luego del moldeado de yeso, a cemento, o fundición en metal. La oportunidad de tener a mano algunos materiales, despierta ideas que estaban guardadas en algún lugar del interior. A veces surgen piezas con movimiento o sonido que realizo con sorpresa. En mis composiciones se da un resumen de formas quitando peso y dando lugar e importancia al espacio con su liviana forma, tan importante como la forma que lo compone. Se construye en distintas direcciones, que surgen de particiones en distintos planos y curvas, invitando al recorrido de los 360°. A veces son colgantes móviles que se elevan en el espacio, los cuales tienen un movimiento real. También trabajo la talla de madera, mármol o piedra, en formas cerradas o abiertas.

 

También el espacio virtual en tus esculturas parece ser tan importante como el físico…

La mayoría de mis trabajos se refieren a la figura humana, las cuales están llenas de ausencia, tal vez.

 

El diseño se te da muy bien…

Me encanta diseñar. En 1983 tuve la suerte de cursar un Beca Interamericana de Diseño, en Ecuador. Aprendí mucho, hermoso intercambio de países. Conocí excelentes artesanos dibujantes, realizadores de hermosas piezas llenas de su cultura, en barro y en metal teniendo en cuenta la necesidad de lo utilitario, todo un bagaje de conocimientos y hechos volcados a la función del objeto. Por esto creo que el diseño siempre tiene el objetivo de servir, realizar un objeto útil bello y de buen uso.

 

Estamos en un presente que tiene a etiquetar, segmentar y encapsular las expresiones artísticas cuando tradicionalmente arte y oficio convivieron en armonía e incluso no estaban diferenciados ¿Cómo ves vos este problema? ¿Qué diferenciaría, para vos, el mero oficio de la expresión artística?

Se podría hablar de arte utilitario, existen hermosos objetos artesanales. En cuanto al arte, no se usa ni se pone, se impone. La verdad es que no sirve para nada más que para la humanidad. El problema de etiquetar y encapsular no es del hacedor. Creo que el oficio y la necesidad de expresar desde su interior, para quien trabaja en arte, conlleva lo inexplicable. Y ese misterio ¿será lo que lo hace arte? Quien se detiene a observarlo expresará su interpretación del hecho, esto puede enriquecer. O puede no decir y acompañar el misterio. El filósofo Gadamer habló de la necesidad de volver a detenerse ante la obra. Creo que el detenimiento, la contemplación y el recorrido ante el hecho artístico, nos contacta en profunda intimidad con él. Hay una necesidad de analizar todo, cosa difícil en lo contemporáneo. Ya podrá hablar con más propiedad y claros elementos la historia. Es el tiempo quien todo lo ve.

Fotos: Martín Tricárico.